En un principio, los videojuegos de carreras intentaban perfeccionarse observando a los coches. Hoy sucede lo contrario. Los vehículos autónomos necesitan de lugares donde entrenar sus inteligencias artificiales. Circuitos cerrados para aprender a leer una señal de tráfico semioculta o a interpretar un paso de cebra borrado por el paso del tiempo. Proyectos como DeepDrive permiten que los ingenieros que están trabajando en los futuros coches autónomos utilicen su plataforma para entrenarlos en entornos simulados y virtuales. 

 

Hace tres años, en DeepDrive se dieron cuenta de que ya existían carreteras virtuales complejas, caminos inexplorados, kilómetros de bits por recorrer. Y acudieron al mundo de los videojuegos. Títulos como Grand Theft Auto V, que replica el complejo entramado urbano de Los Ángeles con un grado de realismo sorprendente, pueden suponer un estupendo campo de entrenamiento para las inteligencias artificiales. 

 

En el título de Rockstar, el realismo es tal que las señales de tráfico, los semáforos o los ciclistas virtuales pueden alimentar el voraz apetito de datos que tienen estos sistemas de entrenamiento. Aquí hay días y noches, hay lluvia y sol, hay momentos en los que el atardecer nos ciega, o en los que un inesperado peatón atraviesa la carretera por donde no debería. Y este complejo realismo lo convierte en un excelente campo de juegos, no solo para los gamers, sino para las IA.

 

También se han usado juegos de estética más cartoon, como el mítico Mario Kart. Puede que el título de Nintendo no ofrezca gran realismo, ciertamente La Mina de Wario no se parece demasiado a la M-30 un lunes por la mañana (y menos mal). Pero este circuito es realista a la hora de poner decenas de vehículos en una carretera con un comportamiento imprevisible. 

 

 

DeepDrive no es la única plataforma que tira de juegos para entrenar a las IA. La empresa Universe hace lo mismo. De hecho, su condición de OpenSource ha hecho que ambas herramientas se puedan integrar en una sola. 

 

Su condición de código abierto ha permitido que la inteligencia artificial recorra también el camino inverso. Un programador adolescente se ha aprovechado de esta característica para coger el software de la inteligencia artificial y hacer un parche al GTA. Así, sus partidas son un poco más fáciles. Su coche, asegura el jugador, por mucho que tenga que huir de la policía o perseguir a algún otro vehículo, nunca se estrella. Está bien saberlo, aunque los conductores de coches autónomos no tienen por qué comprobarlo en la vida real.

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