Estas instalaciones, consideradas un anacronismo, son la principal causa de algunos accidentes mortales. El coste y la dificultad de modificar estas conexiones viales hacen que aún queden más de 3.000 en España

Su existencia, según muchos especialistas, es un anacronismo. Los pasos a nivel, esas intersecciones en las que se cruzan vías de tren y carreteras, no solo pertenecen a un mundo anterior, sino que son un peligro mortal. Cada año se producen decenas de accidentes graves en estos espacios. Y aunque estén en vías de extinción, aún quedan miles. Todo señala a la conveniencia de eliminarlos, pero, sin embargo, el coste y la dificultad para modificarlos lastran ese deseo.

Para hacerse una idea de lo que implican estos espacios, habría que conocer primero las diferencias entre pasos a nivel activos y pasivos. Desde el Grupo de Sociología del Transporte y Línea de Seguridad Vial Ferroviaria de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE) explican las diferencia: “Un paso a nivel es cualquier intersección, al mismo nivel, de una carretera u otras vías de comunicación con las líneas férreas”, adelantan, añadiendo: “En los pasos a nivel, el tráfico ferroviario tiene preferencia y cuenta con los sistemas de protección y señalización que en cada caso les corresponda con arreglo a la clasificación que esté establecida, adecuados para garantizar la seguridad”.

Dependiendo de esos sistemas de seguridad, puede haber pasivos o activos. “Los pasivos no tienen ningún sistema de aviso (luminoso y/o acústico) o de protección (barreras o semibarreras, portones o cadenas). En la carretera o camino solo existe señalización horizontal y vertical, que advierte de la proximidad del paso a nivel sin barrera”, apuntan, “y en los activos, mediante la activación de dispositivos físicos (señales luminosas, y acústicas, señales fijas, barreras, detectores de obstáculos en vía… situados en el paso), se informa de cuándo no es seguro cruzar”.

Ambos tipos permanecen en España. Y en los últimos cinco años (de 2017 a 2021) fallecieron 29 personas en los 37 accidentes significativos registrados en pasos a nivel, según la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria (AESF), que atribuye hasta en un 98% la responsabilidad directa de los usuarios. El origen se remonta a la expansión del ferrocarril, que requirió una ordenación nueva en ciudades y fuera de ellas: las vías necesitaban atravesar núcleos urbanos o zonas alejadas por donde había caminos. Este nuevo orden urbanístico obligó a crear estas intersecciones para que pasaran trenes y, en paralelo, personas, automóviles y ganados. 

“En los pasos a nivel, el tráfico ferroviario tiene preferencia y cuenta con los sistemas de protección y señalización adecuados para garantizar la seguridad”

En 1975, por ejemplo, había 10.795 pasos a nivel públicos en España. Unas cifras que han ido descendiendo, pero sin desaparecer, a pesar de que, desde 1978, se hayan impulsado diferentes normativas para su supresión. El último dato oficial del Observatorio del Transporte y la Logística, perteneciente a 2019, expone que en España aún quedan 3.148. Ese número sería menor en 2020, pues se eliminaron 34, según AESF. Y será menor en los próximos años, teniendo en cuenta que el Plan de Supresión de Pasos a Nivel 2017-2024 contempla retirar otros 74.

“La supresión paulatina y la mejora continúan en funcionamiento”, apuntan desde FFE, que catalogan de “esfuerzo importante” lo que las administraciones están llevando a cabo. El grupo de expertos de esta asociación revela algunos datos: “Las redes ferroviarias convencionales y de ancho métrico cuentan con 2.996 pasos a nivel. Entre 2018 y 2021, las inversiones realizadas por Adif (la empresa pública de ferrocarril) en materia de supresión y mejora de pasos a nivel sumaron más de 38 millones de euros (18 millones de ellos en 2021), con la clausura de 200 pasos a nivel y la mejora de la protección de otros 14 pasos con la instalación de señalización luminosa y acústica”. 

Desmantelarlos, no obstante, es un camino arduo y caro: suprimir uno cuesta aproximadamente 1,5 millones de euros, aunque si la obra requiere diferentes estructuras y variantes de carretera, puede alcanzar los seis millones, tal y como anota la DGT basándose en cifras de Adif. “Para la supresión por parte de Adif de 299 pasos a nivel, se invirtieron 300 millones de euros. El administrador está llevando a cabo el proyecto de supresión de pasos a nivel de forma progresiva”, detallan desde FFE. Además del coste económico, arguyen, hay que sumar la dificultad de consensuar la solución con los implicados (el titular del camino, responsables políticos de las poblaciones, los vecinos, etcétera).

Y, a pesar de esas dificultades, España es el segundo país de la Unión Europea, detrás de Bulgaria, con menor densidad de pasos a nivel: menos de 25 por cada 100 kilómetros, según datos que facilitan desde FFE de la Agencia Europea de Seguridad. “España está por debajo de países como Holanda, Finlandia, Suecia, Francia, Alemania o Bélgica”, conceden, aludiendo a que a veces superan los 75 por cada 100 kilómetros y subrayando que “en ningún caso” este problema sea exclusivo: “Según expone la UIC (Unión Internacional de Ferrocarriles), existe más de medio millón de pasos a nivel en todo el mundo y aquí hay menos de 3.000”.

Incluso con esa red menguante se producen accidentes. Ocurren habitualmente, como ya se ha mencionado, por error humano. José Manuel Liberal, del Grupo de Investigación de Sociología del Transporte de la FFE, declaraba a la revista de la DGT que “algunos usuarios desconocen los riesgos reales que implica el uso indebido de un paso a nivel”, y se refería como factores clave en estos comportamientos a “la familiaridad, el juicio erróneo de la velocidad y distancia de los trenes o la toma deliberada de riesgos. Esto puede deberse a la falta de conocimiento de las normas y a la errónea percepción de los peligros reales”.

Todas las asociaciones y expertos enfatizan los peligros de estas instalaciones. Como ejemplo, comentan que un tren, de mucho peso y gran velocidad, necesita mucho espacio para frenar (si va a 160 kilómetros por hora, tardaría un kilómetros en detenerse, sopesan). Por eso tienen preferencia y por eso suelen ser la parte fuerte. Según Eurostat, en 2020 hubo 350 accidentes en pasos a nivel en toda la Unión Europea y fallecieron 213 usuarios. Lidera el ranquin Polonia, con 47 muertes.

Catástrofes que se deben a varias causas. De acuerdo con los resultados del proyecto europeo de investigación SAFER-LC (liderado por la UIC y en el que la Fundación de los Ferrocarriles Españoles participó), se registraron 30 indicadores relacionados con el factor humano, tanto por error como por requisitos o infracciones, que se clasificaron en siete categorías: información sobre el contexto (por ejemplo, condiciones meteorológicas adversas), condiciones personales ( como el cansancio), falta de conocimiento sobre el uso correcto de los pasos a nivel, falta de atención (por uso del móvil, entre otras), percepción errónea del riesgo (debido, quizás, a la familiaridad con el entorno), visibilidad de los cruces y los trenes (cálculo erróneo de la distancia) o conductas de riesgo intencionadas (como el consumo de drogas).

“Es necesario el trabajo constante en acciones de sensibilización e información sobre cómo encontrarnos seguros en los entornos ferroviarios, así como conocer cómo cruzar las vías con seguridad”, incidía Liberal en la revista de la DGT. “Nuestra área está diseñando un plan encaminado a promover la seguridad y la sensibilización en los entornos ferroviarios que recoge acciones, programas, herramientas de educación y sensibilización o recomendaciones que servirán a los gestores implicados de estos entornos, la comunidad educativa, los servicios de emergencias, etcétera, para aumentar la seguridad en estos espacios”, agregaba, sumándose a otras iniciativas para rebajar el impacto negativo de los a nivel. Un anacronismo en extinción pero al que prestarle, valga la rima, mucha atención.  

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