Aventurarse a descubrir rutas salvajes, dejarse llevar por el asfalto de las mejores carreteras, es un anhelo humano que llena novelas y películas. Ni siquiera el desarrollo de las aerolíneas de bajo coste o la facilidad para moverse de una punta a otra del globo han disminuido esa atracción humana por la visita a monumentos o paisajes remotos, o carreteras míticas como la Ruta 66. Afloran las listas de los sitios que ver antes de morir,  de pisar las mejores rutas europeas, de los mejores parques naturales por los que perderse o de las playas en las que zambullirse durante un verano más o menos largo. Y hay espacios que permanecen inmutables que solo descubrimos adentrándonos en nuevas rutas. Trayectos legendarios que siguen permanentemente en el deseo colectivo.

De rutas en coche casi hay una para cada gusto. Hay quien prefiere los horizontes limpios y quien sueña con rutas salvajes con que serpentean por una montaña. Para estos últimos hay parajes como los 90 kilómetros de curvas de Transfagarasan, en Rumanía. También están el Desfiladero de la Herminda en Cantabria, el Furka Pass suizo o la Ruta Napoléon, en Francia. Son sin duda algunas de las mejores rutas europeas. Otros no dejan de lado la carretera Atlanterhavsveien de Noruega, la Ruta 40 de Argentina o la más mediática: la Route Ruta 66 que atraviesa Estados Unidos.

 

Great Ocean Road and 12 Apostles. Australia.

La Great Ocean Road cubre 243 kilómetros del sur de Australia, desde Greelong hasta Portland, pegados al Atlántico, donde se contemplan formaciones rocosas inexplicables y playas de todos los estilos, es sin duda una de las mejores rutas que existen.

Para adentrarnos en alguna de las mejores rutas en coche, pedimos consejo a Paco Nadal. Trotamundos compulsivo y periodista en varios medios, el experto en viajes señala aquella última como un paso obligado por el reflejo cultural que aún atraviesa nuestra sociedad. «Es un camino tan simbólico para la literatura y la música que merece la pena recorrerlo sin prisas», sostiene Nadal, que reconoce no haberla hecho entera, pero sí a trozos. «Te inmiscuyes rápidamente en unos escenarios “muy variados y poco conocidos” de la geografía norteamericana».

Sus casi 4.000 kilómetros desde Chicago hasta Los Ángeles, convierten  la ruta 66 en una de mejores rutas de Estados Unidos, que atraviesa estados como Missouri, Kansas o Arizona sin demasiadas indicaciones. «Todo el mundo se la espera como el Camino de Santiago, pero en realidad solo quedan algunos tramos originales y se hace según va saliendo», apunta Nadal. Igual que para cualquier otro tramo, el autor de Pedro Páramo ya no vive aquí (RBA, 2010) recomienda ir por la ruta 66 sin prisas, con el sendero más o menos pensado pero abierto a improvisaciones. «Está bien prepararlo antes, con guías o novelas, pero no tener un cuadrante de Excel con las etapas», añade quien bien sabe de perderse sin tiempo ni billete de vuelta.

Tampoco conviene ir apurado por la primera ruta mencionada, la Transfagarasan de los Cárpatos. A veces porque puede estar cerrada por nieve (según la época del año) o porque merece la pena detenerse en el castillo Poenari, supuesta residencia de Vlad Tepes, el príncipe que inspiró Drácula, de Bram Stoker, lo que la convierte en una de las mejores rutas europeas.

Antes de partir hacia nuevas rutas es bueno tomar ciertas precauciones. «La improvisación no es buena consejera», apunta Juan Andrino, Ingeniero asesor técnico de la Dirección General del Tráfico

Entre las otras destacadas, la Ruta de Napoleón recorre los 325 kilómetros que hizo el emperador Bonaparte desde Antibes, puerto al que llegó tras su exilio en la isla de Elba, hasta Grenoble. Hay que destacar también la impronunciable Atlanterhavsveien, en Noruega, una auténtica ruta salvaje que une varios islotes en solo 8,72 kilómetros por puentes y supone, según sus creadores, «una perfecta combinación de naturaleza e ingeniería». O, en las antípodas, la Great Ocean Road: cubre 243 kilómetros del sur de Australia, desde Greelong hasta Portland, pegados al Atlántico, donde se contemplan formaciones rocosas inexplicables y playas de todos los estilos.

Atlantic Road (Atlanterhavsveien)

No puede faltar la Romantische Strasse en Alemania —con nombre de calle porque, a pesar de sus 410 kilómetros, parece que transitas paseando de la mano por una avenida— o la Ruta 40 de Argentina, un trecho de 5.200 kilómetros, mil más que la ruta 66,  desde el cabo Vírgenes, en el sur, hasta el borde con Bolivia. Es una de las carreteras más altas del mundo y—para que el lector se haga una idea de su dimensión— atraviesa 21 parques naturales, 18 ríos y algunas de las vías más solitarias del mundo, acordes con la inmensidad de la Patagonia.

«Está bien prepararlo antes, con guías o novelas, pero no tener un cuadrante de Excel con las etapas», dice Paco Nadal sobre la Ruta 66

Todos los ejemplos, desde la Ruta 66 hasta la ruta más salvaje,  —como apunta Juan Andrino, Ingeniero asesor técnico de la Dirección General de Tráfico (DGT)— merecen algo de precaución antes de salir. «La improvisación no es buena consejera», sintetiza el profesional, enumerando unas líneas básicas de preparación previa: revisar el estado del vehículo, asegurarse de la situación psicofísica del conductor, marcar el itinerario y las horas de conducción y colocar adecuadamente el equipaje y los pasajeros.

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