Los coches eléctricos como alternativa de transporte han dejado de ser una cuestión futurista para convertirse en algo a tener en cuenta hoy mismo. Desde los esfuerzos por impulsar la transformación ecológica hasta la búsqueda de unas ciudades menos contaminadas y más enfocadas a la salud pública, las razones para dar el salto al vehículo eléctrico son cada vez más numerosas. Y gracias a ellas, el coste de sustituir los vehículos de gasolina es cada vez más bajo. Pero también es necesario promoverlo con nuevas soluciones como las ferrolineras.

Imagen cedida por Adif

Pero de cara a que los vehículos eléctricos dejen de ser la excepción y sean la norma, aún falta por conquistar un obstáculo fundamental: el repostaje. Si hoy en día se puede hacer cualquier desplazamiento en coche sin temor a encontrarse de golpe en una zona despoblada sin una sola gasolinera a mano, no es el mismo caso para los vehículos eléctricos.

Solucionar este problema no solo supondría un impulso importante para la adopción de vehículos eléctricos, sino que también forma parte de la mayoría de los protocolos contra el cambio climático. En el caso de la Unión Europea, por ejemplo, el nuevo plan de transición verde contempla el aumento de los puntos de recarga para vehículos eléctricos hasta alcanzar el millón en 2025. 

Dentro de los propios países europeos aún hay mucha diferencia en cuanto a la presencia de puntos de carga de unos países a otros. España aún se encuentra a la cola de Europa con 4,9 puntos de carga por cada 100 km de carretera frente a los casi 20 de la media europea. Aun así, la implantación dentro de los países europeos supera la de otros países industrializados como Estados Unidos, que en 2019 contaba con tan solo 0,9 puntos de carga por cada 100 km.

Imagen cedida por Adif

En los últimos tiempos, una de las opciones más innovadoras que se han puesto sobre la mesa es la de las ferrolineras. Situadas en las proximidades de las estaciones de tren, estos centros de repostaje utilizarían la energía creada por los trenes al frenar como fuente de electricidad a partir de la que recargar las baterías de los coches.

El sistema que hace funcionar las ferrolineras capta la energía eléctrica en alta tensión del sistema eléctrico ferroviario y lo transforma en baja tensión que, después, se utiliza para alimentar los coches a través de puntos de carga.

En España, en la actualidad, existe un proyecto en desarrollo impulsado por Adif y la Asociación Nacional de Fabricantes de Coches (ANFAC) que podría jugar un papel importante de cara al impulso del uso del coche eléctrico. Adif es quien ha desarrollado y patentado esta tecnología que aprovecha energía producida por otro medio de transporte (el tren) y propone una solución para su reutilización.

Ya hay una ferrolinera operativa en la estación de tren de Málaga que permite la carga de dos coches al mismo tiempo. Adif pretende aumentar la oferta de ferrolineras en España hasta las 400, con potencias de carga dependientes de las características técnicas de cada estación de tren.

Además de su potencial para promocionar el uso de los vehículos eléctricos, la principal ventaja de las ferrolineras es que la energía que producen, y, por tanto, la que usarían los coches después de recargarse a través de ellas, es completamente limpia. Se produce a partir de la propia energía producida por los trenes al frenar, por lo que su impacto sobre el medio ambiente es nulo.

Desde Adif, una de las principales sinergias que detectan entre las ferrolineras y los vehículos eléctricos es que, por el tiempo que los vehículos permanecen en los aparcamientos de las estaciones de tren (en muchos casos, lo que dura una jornada laboral), muchos de los conductores podrían tener suficiente con una modalidad de carga lenta (6 horas). Para los que requieran una carga más rápida, existe otra modalidad que permite cargar el vehículo en solo una hora.

Son muchas las ventajas de un modelo como el de las ferrolineras. Y aunque no sean la solución mágica al problema del repostaje de un plumazo, desde luego representan un paso en la buena dirección, la de la adopción mayoritaria de un modelo de transporte más limpio. 

Imagen cedida por Adif
Artículos relacionados