inteligencia artificail coches

«Bienvenidos sean todos los sistemas que contribuyan a mejorar la seguridad vial de los automovilistas», ensalza el cofundador de Somos Movilidad, Raúl González. Palabras en alusión al programa desarrollado con inteligencia artificial (IA) por el Instituto Coreano de Ingeniería Civil y Tecnología de la Construcción (KICT) para detectar baches en la calzada. Sí, tal cual.

He aquí una muestra más de la revolución que vive este mundo hiperconectado con las consideradas carreteras inteligentes, que, en este caso, brindan una mayor eficiencia para amainar la siniestralidad al volante. «Si hace que el funcionamiento del triángulo de la seguridad —neumáticos, amortiguadores y frenos— sea óptimo para garantizar las máximas prestaciones en la materia, ¡perfecto!», apunta el experto. Porque los socavones, resaltos o imperfecciones del asfalto, en general, interrumpen la adherencia correcta de las ruedas con el suelo «y pueden producir efectos negativos en los frenos y amortiguadores», apostillan desde Somos Movilidad, gran «iniciativa española de movilidad sostenible, segura e innovadora».

Y, entonces, entra aquí a toda velocidad —y no exenta de cierto escepticismo en algunos púlpitos— la inteligencia artificial como motor de progreso.

calle con baches y coches

IA como motor de progreso

Pese a existir desde hace muchos años, «todo ha cambiado con la explosión de la inteligencia artificial generativa y su democratización en el uso», reflexiona Borja Garzón, fundador y chief learning officer en educacionconinnovacion.com. «La IA se hace accesible a todas las personas a través de un ordenador y sin necesidad de tener muchos conocimientos técnicos, ofreciendo incluso la opción de ser multimodal, de poder pedirle textos, imágenes, vídeos, conversación y casi cualquier cosa», prosigue, destacando el potencial de la IA para promover la creatividad y el trabajo en equipo. Y sin perder la mirada crítica, la del eterno debate cuando surge algo desconocido, rompedor, disruptivo. Porque, como en tantos otros momentos de la historia, no se trata tanto de la tecnología, sino de su utilización. «La IA está siendo capaz de hacer tareas repetitivas de forma automatizada y, desde la Revolución Industrial hasta ahora, eso era labor de los seres humanos; con la inteligencia artificial se deja más tiempo de valor a las personas», arguye el especialista Borja Garzón, que aboga por un «optimismo digital» y celebra el auge de la esta tecnología también en el mundo del motor, como evidencia este invento gestado en Corea. Un programa de filtrado de baches que, tras optimizar una aplicación previa, está dando bastante que hablar.

bache carretera

El KICT o Instituto Coreano de Ingeniería Civil y Tecnología de la Construcción ha logrado notoriedad mediática con su idea. Aunque ha habido más incursiones al respecto, este sistema ha llamado especialmente la atención.

Cabe recordar que las imperfecciones del pavimento en todo tipo de vías se originan principalmente por el agua o a causa de fenómenos meteorológicos drásticos, máxime en esta época de cambio climático y contrastes extremos por doquier. ¿Cómo sucede? La base inferior de la calzada poco a poco pierde fuerza y el trasiego de los coches va generando esas grietas tan molestas, esas fallas y agujeros que resultan incluso un peligro para la circulación. Y así, con este punto de partida —reducir los riesgos producidos por los sobresaltos del camino—, estos investigadores del país asiático pretenden identificar claramente todos los baches para repararlos con la mayor diligencia. Cuanto antes. Y todo gracias a la inteligencia artificial.

Si bien en el KICT ya existía una app para los teléfonos móviles donde se alertaba del estado del asfalto, el resultado era impreciso, quedaba limitado a la cobertura del smartphone de turno y, a veces, se embrollaba con las marcas propias de los carriles, las huellas de los neumáticos o las zonas sombreadas. Entonces, el equipo del Instituto Coreano de Ingeniería Civil y Tecnología de la Construcción se volcó con la inteligencia artificial para que, a través de un algoritmo, se definieran mejor los baches y esa información precisa se compartiera urgentemente con los responsables del mantenimiento de las carreteras. ¿El objetivo? Arreglar con mayor premura y rigor los desperfectos, zanjas, hendiduras o heridas de guerra de diversa índole en autopistas y autovías para disminuir la siniestralidad y, además, ahorrar costes. Sí, cada año se emplean varias decenas de millones de euros para este cometido, que afecta directamente a ese triángulo de seguridad compuesto por los neumáticos, los amortiguadores y los frenos. Una realidad que quizá la IA, con este ejemplo en ciernes, consiga solventar con mayor presteza. El futuro ya está aquí. Pero, siempre, y entre tanto, ¡mucha precaución siempre al volante!

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