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Del hidrógeno se dice que es el elemento más ligero, el que contiene más energía y el más abundante del universo. En su forma más pura, podría ser la mejor energía de la que disponemos. Utilizarlo para producir energía sólo genera vapor, por lo que se puede utilizar sin riesgo de contribuir al cambio climático. Es por ello que durante años ha sido considerado como una de las fuentes de energía alternativas con mayor potencial de cara a la transformación verde.
En la actualidad, la cifra de vehículos propulsados por hidrógeno en circulación es notablemente baja. Si en 2022 en el mundo había en torno a 1.450 millones de vehículos, de los cuales cerca de 20 millones eran eléctricos, el número total de coches de hidrógeno vendidos a finales del mismo año estaba por debajo de 60.000. De momento, hay pocos coches de hidrógeno, y esta falta de impulso se debe, en parte, a que los coches de hidrógeno han tardado más tiempo en ser una alternativa viable a los de gasolina.
Pero ¿llegarán algún día a convertirse en una alternativa real a otros vehículos? ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes del hidrógeno y los coches que lo utilizan?
El material más abundante del Universo
El hidrógeno, además de ser el primer elemento de la tabla periódica, constituye en torno a un 75% de la materia del universo y es el decimoquinto elemento más abundante en la superficie terrestre, principalmente en combinación con otros elementos.
Lo primero que hay que saber sobre el hidrógeno es que hay dos maneras de producirlo. La primera es extraerlo de algunos usos de combustibles fósiles. Esta opción tiene sentido hoy, dado que la dependencia de los combustibles fósiles todavía no se ha eliminado. La segunda es a través de un proceso llamado electrólisis.
Este proceso consiste en el uso de electricidad —que se puede obtener de otras fuentes de energías renovables y limpias— para separar moléculas de agua en moléculas de los elementos que la forman, hidrógeno y oxígeno. A través de este proceso, además de hidrógeno, también se obtiene oxígeno, reutilizables en otros procesos industriales. Así, la electrólisis tiene el potencial de permitir la producción de hidrógeno con un impacto medioambiental mínimo. Por esta razón, al hidrógeno producido por electrólisis se le ha dado la categoría de verde.
El hidrógeno en la carretera
A pesar de su escasa penetración, los coches de hidrógeno se consideran una verdadera alternativa porque tienen un potencial tremendo en términos medioambientales. El único producto derivado de su uso es vapor de agua, cuyas emisiones no contribuyen al cambio climático.
En esencia, los coches propulsados por hidrógeno y los eléctricos tienen un motor muy similar. En ambos casos, los combustibles que utilizan no requieren de ninguna transformación para extraer la energía. La principal diferencia es que mientras que los eléctricos utilizan una batería, los de hidrógeno se alimentan de un tanque lleno de gas.
Puesto que los motores son similares, los coches de hidrógeno tienen unas prestaciones equivalentes a las de los vehículos eléctricos, que a su vez, en este momento, ya son equiparables a las de los coches de gasolina.
A favor del hidrógeno
Por supuesto, la principal ventaja de los vehículos de hidrógeno es que se mueven de una forma que es totalmente limpia. No es solo que únicamente emiten vapor de agua, es que, además, sus componentes son mucho más sostenibles que las baterías de los vehículos eléctricos. Mientras que las células de combustible de hidrógeno son completamente renovables, las baterías de Iitio no son ni renovables ni reciclables.
Además, precisamente por esa falta de batería, los vehículos propulsados con hidrógeno son considerablemente más ligeros que sus competidores eléctricos y no tienen que estar enchufados durante horas para cargarse. Los coches de hidrógeno repostan de forma similar a los de gasolina, por lo que el tiempo que requieren es parecido. Es decir, que mientras que un coche eléctrico requiere de 5 horas para una carga completa, uno de hidrógeno rellena el tanque en 5 minutos.
En contra del hidrógeno
El principal inconveniente del hidrógeno hoy en día es que todavía resulta muy caro obtenerlo a través de electrólisis. Si el precio de la producción de hidrógeno a partir de combustibles fósiles es de 3 veces el de usar gas natural como fuente de energía, el de la producción de hidrógeno a través de electrólisis es de 5 veces. Esta proporción hace que los costes de la adopción generalizada del hidrógeno como combustible sean, todavía, demasiado elevados.
Por otro lado, también es cierto que, si bien su uso para producir energía no genera CO2 ni otros gases de efecto invernadero, el propio hidrógeno, al emitirse hacia la atmósfera, sí podría contribuir al cambio climático. Así, su gestión se convierte en un aspecto clave en su uso como combustible limpio en todas las etapas del proceso: desde la producción a la utilización, pasando por el transporte. En ese sentido, varias organizaciones e instituciones medioambientales ya han llamado la atención sobre la necesidad de cuantificar y limitar los escapes.
Otro de los problemas que tiene el hidrógeno, en este caso como combustible de vehículos, coincide con una de sus ventajas: repostan igual que un coche de gasolina. Esto tiene una vertiente negativa. A diferencia de un coche eléctrico, uno de hidrógeno no puede ponerse a cargar por la noche, lo que quiere decir que está completamente limitado por el desarrollo de la red de repostaje. Y de momento, los puntos de carga brillan por su ausencia. A nivel mundial, el total de estaciones de carga de hidrógeno es de 814, de las cuales 245 se pueden encontrar en Europa.
Otro de los principales inconvenientes del uso de hidrógeno como combustible automovilístico es que requiere de mucho espacio para su almacenamiento. Esto es debido a las propiedades químicas del propio elemento. El hidrógeno tiene una baja densidad energética en relación con su volumen, por lo que obliga a que los coches que lo utilicen cuenten con un tanque grande para poder almacenar suficiente.
El futuro: entre la electricidad y el hidrógeno
A pesar de las ventajas que ofrecen, los vehículos propulsados por hidrógeno se van a mantener, de momento, más como una curiosidad que como un verdadero medio de transporte. La falta de infraestructuras de carga, el elevado coste de producción del hidrógeno verde y la mayor penetración del vehículo eléctrico van a provocar que la adopción se retrase.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso de vehículos eléctricos y de hidrógeno no se excluyen mutuamente. Es más, dadas las diferencias entre ambos, la combinación podría ser el camino a seguir. Los coches eléctricos ofrecen ventajas inigualables para el transporte de corta distancia, mientras que los de hidrógeno podrían demostrarse como la mejor opción para desplazamientos de media o larga distancia.