Conducir no es fácil, hay que reconocerlo. Es lógico, sobre todo cuando se es un conductor novel, sentir cierta tensión a la hora de ponerse al volante. Al fin y al cabo, manejar un vehículo implica una gran responsabilidad.

El problema viene cuando esa tensión es tan grande que nos bloquea, nos produce ansiedad e incluso nos hace sentirnos tan mal físicamente que nos impide conducir. Es lo que se conoce como amaxofobia.

El término viene del griego (hámaxa ‘carro’ y -fobia) y sirve para describir el miedo irracional a conducir un vehículo o a viajar en él. Esta fobia la padece más del 28% de los conductores en España, según datos de 2018 publicados en un informe de la Fundación CEA, aunque no todas las personas la padecen en el mismo grado.

Hasta el momento de hacer ese estudio, se pensaba que la amaxofobia afectaba más a las mujeres, pero lo cierto es que afecta por igual a los hombres, solo que ellos lo reconocen menos.

Los síntomas pueden ser diversos: ansiedad, exceso de sudoración en las manos, taquicardia, temblores en brazos y piernas, dificultad para respirar, dolor muscular… y pueden desencadenarse ante situaciones externas al conductor como:

  • Circular por puentes: porque se visualizan caídas.
  • Atravesar túneles: ya que se siente encerrado.
  • Circular por vías rápidas: miedo a sufrir un accidente o un choque.
  • Curvas muy cerradas: miedo a que el coche vuelque.
  • Carreteras con muro de separación: miedo a chocar contra él.
  • Aparcamiento: pensar que no se va a ser capaz de estacionar el vehículo.
  • Grandes descensos en puerto de montaña.
  • Tráfico pesado: angustia al circular con vehículos grandes.
  • Climatología adversa o conducir con poca luz.

Las causas que pueden originar esta patología son varias, aunque el desencadenante más común es haber sufrido o visto un accidente de tráfico. Pero también:

  • Circular por lugares desconocidos.
  • No tener mucha práctica a la hora de conducir por ser un conductor novel o por no haberlo hecho en mucho tiempo.
  • Ir solos o acompañados en el coche. Lo primero, porque genera inseguridad no tener a alguien al lado que nos ayude o guíe ante un problema. Y lo segundo, por la enorme responsabilidad respecto a su seguridad que se puede sentir al llevar pasajeros.
  • Miedo a tener un accidente cuando se está embarazada o llevar niños en el coche.
  • Pensamientos negativos.
  • Baja autoestima.
  • Predisposición a sufrir ansiedad o ataques de pánico.
  • Que nuestro círculo cercano critique nuestra forma de conducir.
  • Ser demasiado perfeccionistas o de conducta rígida.
  • Ver reducidas las capacidades físicas y mentales a la hora de ponerse al volante.

“Al miedo a conducir le preceden problemas de ansiedad”, explicaba el psicólogo de la Fundación CEA responsable del informe Ignacio Calvo. “No todas las personas que tienen miedo a conducir han sufrido necesariamente un accidente de tráfico en su vida, más bien, cada vez es mayor el número de personas que se ven afectadas por este miedo, siendo la causa principal los cuadros de ansiedad como, por ejemplo, claustrofobia, agorafobia y acrofobia entre otros».

Hay tratamiento

Reconocer los síntomas es el primer paso para la recuperación cuando se sufre amaxofobia. Pero como no siempre son fáciles de reconocer, existen pruebas y test ofrecidos gratuitamente por autoescuelas y consultas psicológicas que ayudan a identificar si se tiene un problema puntual de miedo o si realmente la persona se enfrenta a un problema más serio.

En cualquier caso, dejar de conducir no tiene por qué ser la única opción. La buena noticia es que existen terapias que ayudan a superar esos miedos, como las que ofrece la propia Fundación CEA. Pero, a modo general, hay algunas pautas que pueden ayudar a superar el miedo a conducir:

  • La mente es la herramienta más poderosa. Visualizarse e imaginarse conduciendo sin problemas y disfrutando del trayecto puede ayudar a aumentar la confianza.
  • Se puede empezar por hacer rutas cortas al volante. Quizá, incluso, comenzar por sentarse frente a él y encender el motor, sin poner en marcha el vehículo. Una vez que la persona se sienta preparada, puede avanzar unos metros progresivamente hasta superar el miedo.
  • Recibir clases de refuerzo en la autoescuela, sobre todo para quienes lleven muchos años sin conducir y quieran retomarlo refuerza las habilidades de conducción que se sentían perdidas. Gracias a ellas se podrá mejorar la confianza al volante. Algunas, incluso, cuentan con simuladores basados en realidad virtual que hacen vivir al conductor una experiencia inmersiva como si estuvieran conduciendo un coche real, lo que les ayuda a retomar el contacto con la conducción sin tener que subir de primeras a un vehículo.
  • Aprender técnicas de relajación y de respiración puede ayudar a reducir la ansiedad y el miedo.
  • Y si los síntomas son graves, hay que acudir a un profesional de la psicología para que nos ayude.
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