España ha sido uno de los últimos países en anunciar que impulsará una reforma legal para bajar la tasa de alcohol en sangre. El máximo será de 0,2 gramos por litro para todos los conductores y hasta 0,10 miligramos de aire espirado. Más de la mitad de los siniestros están relacionados con el alcohol o las drogas y la sociedad “está madura» para aceptar este cambio y reducir aún más la siniestralidad en las carreteras, han defendido desde el Ministerio del Interior del país. 

La decisión española se inspira en la tomada con anterioridad en otros países europeos como Suecia, Polonia, Estonia o Noruega, donde la tasa máxima de alcohol en sangre es ya de 0,2 gramos por litro. Además, hay otros cuatro países que ya han fijado una tasa 0,0 en sangre: Eslovaquia, Hungría, República Checa y Rumania. El resto de países europeos, incluidas aún España, Francia o Alemania, tienen una tasa máxima permitida en sangre de 0,5 gramos.

Un escenario que busca la mortalidad cero al volante y que nos invita a girar la cabeza hacia atrás y preguntarnos: ¿Quién fue el primer sancionado por dar positivo en alcohol al volante? Porque sí, este es un dato que está registrado. Y ocurrió antes de los primeros aparatos para medir estas tasas. Hay que retroceder al año 1936 para el nacimiento del Drunkómetro, patentado por el doctor Rolla Harger. Se trataba de un dispositivo que servía para que la gente respirara y saber si había bebido alcohol. Años más tarde, en 1953, Robert Borkenstein inventaría el alcoholímetro. Aunque el primer arresto de la historia relacionado con alcohol y conducción llegó antes, paradójicamente. 

Policeman holding device for checking alcohol intoxication

Se llamaba George Smith. Y tenía 25 años cuando se convirtió en uno de los 12 hombres elegidos por la London Electric Cab Company de Walter C. Bersey para conducir toda una innovación: sus taxis eléctricos. Estos automóviles se hicieron populares rápidamente, pero el proyecto únicamente duró dos años: desde 1897 hasta 1899. En su primer año de funcionamiento perdieron 6.200 libras esterlinas. ¿El motivo? No eran muy rentables. Denominados como “colibríes” por el estridente sonido de su motor, el inconveniente era su peso: sumaba nada menos que 711 kilos. Lo que provocaba que se desgastaran rápidamente los neumáticos o incluso que reventaran las llantas de madera. 

La experiencia de George Smith fue aún más corta: solamente habían transcurrido 22 días cuando este taxista londinense se convirtió en el primer conductor borracho detenido de la historia. Un artículo del periódico británico Morning Post narraba el accidente. Tuvo lugar a las 00:45 del viernes 10 de septiembre de 1897. Entonces, el chico estrelló el taxi que conducía contra el edificio situado en el número 165 de la calle New Bond. Como consecuencia, destrozó el marco de las ventanas de un apartamento y parte del sistema de tuberías del inmueble.

George Smith fue arrestado por el agente de policía Russell y se declaró culpable de conducir bajo los efectos del alcohol. Admitió que había tomado “dos o tres vasos de cerveza” y se disculpó. El joven añadió que era “la primera vez” que le acusaban de “conducir un taxi borracho”, según se anotó en la declaración. El Tribunal de Policía de Marlborough Street le sancionó con una multa de 20 chelines. Esta cantidad equivalía en esos momentos a la vigésima parte de una libra esterlina. Sería, aproximadamente, una libra en total. Es decir, poco más de un euro al cambio. Puede que incluso en la época ya fuera baja: ahora mismo, en Reino Unido la sanción por conducir bajo los efectos del alcohol alcanza las 2500 libras (unos 2700 euros) y también puede implicar penas de prisión o retirada del carnet.

Driver due to being subject to test for alcohol content with use of breathalyzer
Driver due to being subject to test for alcohol content with use of breathalyzer

Han pasado muchos años, pero la gente sigue conduciendo después de haber ingerido alcohol. También en Reino Unido, la tierra de George Smith, a pesar de que es uno de los países europeos con la sanción más cara por circular ebrio. En 2021 se registraron 240 accidentes mortales por conducir bajo los efectos del alcohol. Y cada año, según datos del Departamento de Transporte británico, fallecen una media de 200 personas en siniestros de tráfico por este motivo.

No se han eliminado estos accidentes ni mejorando las técnicas ni aumentando los controles. Tras este primer caso, en el siglo XIX los agentes determinaban la ebriedad evaluando, por ejemplo, el equilibrio, la coordinación o el movimiento ocular. Es decir, si sus capacidades físicas estaban mermadas. Algo que resultaba muy subjetivo. Ya en las primeras décadas del siglo XX se evolucionó a los análisis de alcohol en sangre, pero no se hacían pruebas in situ. Lo más parecido al alcoholímetro fue la prueba del globo desarrollada por Rolla N. Harger, un bioquímico de la Universidad de Indiana. El problema es que los resultados eran poco precisos y, además, solo un médico podía practicar este embrionario test.

Driver due to being subject to test for alcohol content with use of breathalyzer

El primer alcoholímetro llegó, por fin, en los años 50. En 1954, el citado Robert F. Borkenstein inventó el primer test fiable. El creador, fotógrafo criminólogo, dio con la clave con un dispositivo portátil basado en una prueba química para calcular la cantidad de alcohol en sangre. Al conductor se le hacía soplar por un pequeño tubo y el aliento llegaba a una ampolla que contenía una disolución de ácido sulfúrico (50 %), dicromato de potasio (0,25 %) y nitrato de plata (0,25 %) como catalizador. El resultado lo daban dos fotocélulas, que cambiaban de color según la concentración de alcohol en sangre. 

Un invento muy similar a los actuales, en los que se mide esa cantidad a punto de ser reducida. En cualquier caso, remontándose a la Inglaterra del siglo XIX o a las carreteras del mundo actual, la tasa más segura es la 0,0, tal y como insisten desde la Dirección General de Tráfico de España. “Bajo los efectos del alcohol se cometen muchos más errores al volante, y la toma de decisiones se vuelve más lenta. El alcohol produce alteraciones muy evidentes en tu comportamiento y afecta a casi todas las capacidades psicofísicas necesarias para una conducción segura. Aun por debajo del límite legal, el riesgo de accidente puede verse ya incrementado. Por ello, lo mejor es evitar conducir después de haber consumido cualquier cantidad”, sostienen.

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