No es una cuestión de ser pesimistas, sino de asumir lo que somos. Los seres humanos nos equivocamos, forma parte de nuestra naturaleza. Claro, que no todos los errores cuestan lo mismo. Los que cometemos mientras conducimos pueden resultarnos muy caros. Sin embargo, de cómo esté diseñada una carretera va a depender en muchos casos que esos fallos se conviertan en tragedia o se queden simplemente en un susto.

Con esa intención, la de evitar o minimizar los daños y consecuencias que puedan tener los accidentes de tráfico, se desarrolló el concepto de Carreteras que perdonan (Forgiving Roads, en inglés). Esta idea se aplica a carreteras que cuentan con los medios necesarios para minimizar daños y peligros en caso de accidente. Su aplicación más efectiva se produce en carreteras convencionales en caso de salida de la calzada del vehículo. Si esto ocurre, estas vías facilitan la reincorporación del coche a la carretera por la que circula.

Según el informe Seguridad en carreteras convencionales: Un reto prioritario de cara al 2020, publicado por la Asociación Española de la Carretera (AEC) junto con la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (SEOPAN) en 2017, si se realizara una inversión de 730 millones de euros en un total de 1.121 km de carreteras convencionales en España, sería posible evitar 69 fallecidos y 212 heridos cada tres años.

El concepto de carreteras que perdonan nació hacia 1960 como parte del compromiso adoptado para lograr que las carreteras constituyeran un sistema más seguro para los conductores. Para alcanzar ese objetivo, dicen desde la AEC, es fundamental “la investigación de aspectos tales como las características de las carreteras y de los vehículos, la iluminación o los sistemas de contención disponibles”. Esa disposición de objetos situados cerca de la calzada influye enormemente en la severidad de los accidentes que se producen por salida de vías. Árboles, postes o señales son en su mayoría esos objetos contra los que impactan los vehículos. “La necesidad de proteger a los pasajeros del vehículo en una colisión es una necesidad que ya fue reconocida en 1975 por la OECD (Road Research Group)”, explican desde la AEC. Para que esa protección fuera efectiva se debían cumplir una serie de requisitos para mejorar la seguridad vial como la eliminación de obstáculos innecesarios, alejar los que estuvieran situados en el borde de la carretera, modificar su estructura y aislar con sistemas de protección adecuados aquellos obstáculos que no pudieran ser trasladados.

 

¿En qué consiste el diseño de las carreteras que perdonan?

Para que un tipo de vía sea considerado carretera que perdona, debe incorporar ciertas medidas de seguridad vial. En el citado informe de la AEC y SEOPAN de 2017, se proponía desarrollar actuaciones en 73 tramos de vías de la red convencional de carreteras con índices de peligrosidad y tráfico elevados.

Entre esas medidas está la mejora del trazado y el equipamiento de las carreteras (señales verticales, marcas viales, bandas sonoras, balizamiento, iluminación…). Es fundamental que se garanticen aspectos como la legibilidad de la vía, es decir, que tanto la vía como su entorno sean bien percibidos por los usuarios y bien interpretados. También debe primar la credibilidad, la existencia de una coherencia entre la realidad de la vía y las expectativas que genera al conductor. Y debe cumplir el principio de consistencia, o lo que es lo mismo, que problemas similares en las carreteras se resuelvan con soluciones similares, facilitando al conductor su interpretación y actuación.

¿Cuáles sería, pues, esas medidas citadas en el informe?

Para empezar, hay que señalizar y delimitar correcta y claramente los márgenes de las calzadas mediante elementos como los hitos de arista (postes dotados de uno o varios elementos retrorreflectantes que guían al conductor en condiciones de poca visibilidad), marcas viales, señales de advertencia de peligro, paneles direccionales en curvas, captafaros (señales luminosas retrorreflectantes que se colocan en los márgenes de la carretera para indicar su trazado), bandas sonoras que adviertan al conductor de que se está saliendo de la vía o el marcado reflectante de los árboles en los márgenes de las carreteras cuando no es posible su protección con barreras ni el traslado de los mismos.

Una pavimentación antideslizante mejora la adherencia del vehículo a la calzada y reduce el riesgo de deslizamiento si el suelo está mojado.

Es importante que las carreteras cuenten con una zona de seguridad, un área despejada en el margen de las mismas que permita al conductor recuperar el control del vehículo o detenerlo si se sale de la calzada. En el caso de objetos fijos en los laterales de las vías, la AEC recomienda optar por un diseño adecuado de los mismos, eliminarlos y/o trasladarlos o protegerlos con sistemas de contención que absorban parte de la energía del impacto.

Las cunetas y pendientes laterales deben ser suaves y contar con rejillas de protección, si fuera necesario. En cuanto a los guardarraíles, estos deben ser lo más seguros posible. Los motoristas conocen bien las graves consecuencias de chocar contra aquellos que no están bien protegidos y diseñados. Su diseño debe garantizar la protección del motorista sin resultar lesivos.

En resumen, evitar accidentes no siempre es posible. A los errores de naturaleza humana se suman otros imprevistos como los fallos mecánicos que pueden provocar más de un susto en los conductores. Pero las carreteras que perdonan pueden ayudar a eso, a que todo quede en un susto y que las consecuencias de un accidente sean las menos graves posibles.

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