El Congreso de los EE UU ha ordenado a los reguladores que los nuevos vehículos dispongan de tecnología capaz de detectar si alguien ha bebido antes de conducir. En el caso de que el conductor exceda la tasa de alcoholemia permitida, el vehículo no se pondrá en marcha. Lo llaman alcoholímetro antiarranque. Es un movimiento lógico teniendo en cuenta que más de 10.000 personas murieron en accidentes que involucraron a un conductor ebrio en 2019 en ese país. El exceso de alcohol al volante es una de las principales causas de muertes relacionadas con los accidentes, no solo en EE UU. 

Pero parece que este país será pionero en cortar de raíz esta lacra. Lo hará en su futura ley de infraestructuras, que también pretende abordar el diseño de las carreteras financiando proyectos que prioricen la seguridad de peatones y ciclistas.

 

Las tasas de mortalidad en carretera llevaban tiempo disminuyendo. La regulación, la mejora en la fabricación de automóviles y carreteras ha ayudado a hacerlo desde los años 60. Pero en la última década esta tendencia se ha estancado. Y parece que la tecnología podría ser un empuje clave para desencallarla. 

 

Un estudio reciente del Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras llegó a la conclusión de que un alcoholímetro que funcionara como llave del coche podría reducir las muertes en 9.400 personas al año en EE UU, si se implantara de forma generalizada. Esta reducción tardaría años en materializarse, pues según prevé el proyecto de ley, esta tecnología no sería obligatoria hasta 2026.

En Europa las cosas se mueven en la misma dirección. Para homologar nuevos turismos y vehículos comerciales, la normativa europea exigirá a partir del 6 julio de 2022 que estos integren nueve sistemas avanzados de asistencia al conductor, y el alcoholímetro antiarranque es uno de ellos. Ningún vehículo podrá quedar homologado a partir de esa fecha sin estas ayudas a la conducción. Y ninguno podrá salir de los concesionarios sin ellas después del 7 de julio de 2024. 

 

La instauración del alcoholímetro antiarranque encuentra apoyo en otras cifras. Un estudio del Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte de 2019 sostiene que el año precedente se habrían evitado “al menos 5.000 muertes si todos los conductores hubieran estado sobrios». Hace solo unos años esa hipótesis habría sido imposible. Ahora la tecnología la hace cada vez más cercana. Solo falta que administraciones y fabricantes se pongan manos a la obra. Y parece que ya están en ello.

 

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