La luz de la sala se apaga antes de dar comienzo la película. En ese momento, y casi de forma instintiva, una buena parte del público se echa la mano al bolsillo o abre el bolso para comprobar que tienen el móvil apagado o en silencio. ¿Por qué no hacemos lo mismo cuando entramos en el coche, justo antes de arrancarlo y empezar a conducir?

 

Las distracciones al volante son la causa del 28% de los accidentes y del 33% de las muertes en carreteras españolas, según datos de la DGT. Una gran parte de estos despistes vienen provocados por el móvil. Atender una llamada o leer un mensaje mientras estamos conduciendo al volante aumenta por cuatro el riesgo de sufrir un percance.

 

Los datos del proyecto ESRA (Encuesta europea sobre las actitudes de seguridad de los usuarios de la carretera) revelan que la mayoría de los encuestados era consciente del peligro de esta práctica. Pese a ello, un alto porcentaje reconoce contestar llamadas o hacerlas mientras pilota su vehículo. La mayoría de estos tiene menos de 34 años.

 

Es obvio que atender o realizar una llamada con el móvil requiere de nuestra atención. Si invertimos parte de esta en la conversación telefónica, dejamos de prestarla a la conducción y eso se traduce en:

 

  • Dificultad a la hora de mantener una velocidad constante.
  • También a la hora de guardar la distancia de seguridad suficiente con el vehículo que circula delante.
  • Un aumento considerable del tiempo de reacción (entre medio y dos segundos, según los reflejos de cada conductor).

 

Algunos estudios, incluso, aseguran que el riesgo de conducir mientras se habla por teléfono es equiparable al de circular bajo los efectos del alcohol. De ahí que la DGT alerte de que, aunque los manos libres son los únicos teléfonos que se permiten mientras se conduce, estos no están exentos de riesgo (aumentan las distracciones, merman la capacidad de ver las señales, aumentan el tiempo de reacción, hay más posibilidad de no señalizar las maniobras…).

 

Al igual que la sensatez debe regir en quien se pone al mando de un automóvil, también debería hacerlo para quien está al otro lado de la línea telefónica. Si sabemos que es probable que el receptor de nuestra llamada esté conduciendo en ese momento, mejor contactarle más tarde. 

 

Y si hablar distrae, no digamos escribir: usar Whatsapp o cualquier otras aplicación de mensajería instantánea mientras se conduce dispara un 134% el riesgo de accidente. Pese a lo apabullante del dato, el 43% de los jóvenes lo utilizan mientras van al volante, según un estudio de RACC.

 

Yo sí #PuedoEsperar, ¿y tú?

 

Pero ¿qué puede ser tan urgente que no puede esperar a que lleguemos a nuestro destino, paremos el coche y, entonces, contestemos el mensaje o la llamada? Ese es precisamente el leit motiv de la campaña #PuedoEsperar, que acaban lanzar Fundación Abertis junto a la Dirección General de Tráfico y Movistar.

 

La acción de comunicación se basa en el testimonio real de Enzo, un joven que sufre secuelas graves e irreversibles a causa de un accidente de tráfico. Enzo cometió el error de tratar de contestar un mensaje de móvil mientras conducía. Él mejor que nadie para asegurar que no hay nada que no pueda esperar a que paremos el coche. 

 

La campaña #PuedoEsperar se está difundiendo en las 400 salas de Yelmo Cines en España, en los canales de Movistar España, Fundación Abertis y Yelmo, así como en la página web de la campaña: www.puedoesperar.com. En ella, entre otros contenidos, se incluye información y consejos de utilidad sobre los diferentes usos y servicios adecuados, y la siniestralidad en carreteras vinculada a esta nueva lacra.

 

La campaña también se está desarrollando en redes sociales mediante el hashtag #PuedoEsperar, a través del que se invita a todos los usuarios a difundirla en sus perfiles.

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