El clic que indica el correcto anclaje del cinturón de seguridad forma parte ya de la banda sonora que suena a diario en el interior de nuestros coches. Suele escucharse justo después del ¡pam! de la puerta al cerrar y el sonido con el que el coche nos avisa de que está arrancando. De no sonar el primero, puede que lo siguiente que oigamos sea el delator chivato que advierte a conductor y pasajeros de que alguno de ellos no se ha abrochado el cinturón y que, por tanto, se está prescindiendo del que, según la OMS, es el dispositivo de seguridad más importante. El encargado de frenar nuestro cuerpo en caso de impacto.

 

Se estima que el cinturón de seguridad evita un 50% el riesgo de muerte y un 75% de las lesiones graves en caso de accidente. Aun así, son aún demasiados los que siguen prescindiendo de su uso, pese a su obligatoriedad en toda la Unión Europea.

 

Esta llegó en 2006 con una normativa que se caracteriza por ser muy concreta en el caso de los menores, pero bastante genérica en el caso de los adultos. Algo que permite que sean varias las excepciones que se aplican en cada uno de los países miembros. Solo Chipre y Letonia recogen en su legislación la obligatoriedad del cinturón de seguridad en todos los casos.

 

En España, por ejemplo, están excluidos de usarlo los conductores que realizan la maniobra de marcha atrás, los profesores de autoescuela o los taxistas, entre otros. En la actualidad existe un debate abierto sobre la posibilidad de eliminar algunas de estas excepciones. Porque el cinturón nunca está de más.

 

¡Menudo invento!

 

Hubo que esperar varias decenas de años después del nacimiento del automóvil para encontrar los primeros provistos de cinturón de seguridad. De hecho no fueron coches sino aviones los primeros en usarlos. Estos rudimentarios cinturones apenas evitaban que el piloto saliera disparado de la cabina cuando el aparato echaba a volar o aterrizaba.

 

Fue en la década de los 40 cuando el diseñador de automóviles Preston Tucker desarrolló un cinturón de seguridad de dos puntos de anclaje. Equipó con él al Trucker Sedan, un modelo que, lamentablemente, fue un fracaso desde el punto de vista comercial. Quedó olvidado en el ostracismo de los coches y con él su flamante cinturón de seguridad.

 

Preston Tucker

Tampoco General Motors triunfó con el modelo que lanzó poco tiempo después y que también incorporaban este novedoso dispositivo. En este caso, los potenciales compradores desconfiaron de la fiabilidad de un automóvil que necesitaba de un elemento de seguridad extra.

 

El que sí llegó y se quedó fue el sistema ideado por Nilsh Bohlin en 1957. El ingeniero de Volvo fue el artífice del cinturón con tres puntos de anclaje. Este sistema permitía la sujeción de la parte superior de la columna, lo que evitaba muchas de las lesiones que solían producirse con los cinturones que únicamente sujetaban la cadera. El Volvo Amazon fue el primero en incorporarlo de serie en 1959. Poco tiempo después, la marca liberó la patente, lo que hizo posible que poco a poco el cinturón de seguridad se convirtiera en un elemento universal e imprescindible en los nuevos modelos de las principales marcas.

 

Nilsh Bohlin

En los últimos años, el cinturón de seguridad ha sido uno de los objetivos de los departamentos de I+D de muchas firmas automovilísticas. Desde los que incorporan airbag, a  los que impiden que el conductor se duerma al volante, las innovaciones incorporadas a este dispositivo se han ido sucediendo. Aunque ninguna de ellas resulta efectiva si, cuando nos subimos al coche, no nos los abrochamos antes de iniciar la marcha. 

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