Vigilar el estado del tráfico parece fundamental cuando llegan periodos vacacionales en los que se prevén atascos y complicaciones en las carreteras. Hasta ahora, solo los helicópteros se encargaban de este trabajo de vigilancia desde el aire, pero los drones han llegado para convertirse en un apoyo fundamental en estas labores de control.

En España, por ejemplo, la Dirección General de Tráfico (DGT) puso en funcionamiento 39 drones de vigilancia en el verano de 2021 por toda la geografía española, a excepción del País Vasco y Cataluña, comunidades con las competencias de Tráfico transferidas.

Estos drones, según informaba la propia DGT, se encargan de la detección de conductas temerarias al volante y la vigilancia del tráfico en tramos de alto riesgo de accidentes, así como en otras vías con mayor circulación de ciclistas, motocicletas y peatones. Aunque también sirven de apoyo en la monitorización y regulación en operaciones especiales como las de vacaciones y festivos, donde se produce un enorme número de movimientos en carretera, y para apoyar en situaciones de emergencia que afecten notablemente a la circulación y seguridad de los usuarios de estas vías.

Pero el del control del tráfico no es el único uso de los drones que se puede aplicar a las carreteras. La ingeniería civil también se beneficia de estos aparatos. Y ahí entra la construcción de carreteras y autopistas.

Los drones ofrecen una serie de ventajas para este sector. Por ejemplo, aportan un rápido estudio de las carreteras, una cartografía más precisa y mejores estudios del terreno, además de una mejor calidad y precisión de los datos. Y todo ello redunda en una reducción de costes en su construcción. Según un estudio de la Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA) a través de su proyecto LAS-ROADS, se estima que los drones reducen en más del 25% el coste y hasta 10 veces el tiempo para trazar carreteras, puentes y vías.

En Noruega, por ejemplo, llevan tiempo usando estos vehículos aéreos no tripulados para la construcción de carreteras y autopistas. Y afirman desde su gobierno que han conseguido reducir costes y tiempo en estas tareas gracias a estos aparatos. Lo que le llevaría unos 5 días de trabajo de campo con métodos tradicionales para controlar y estudiar el terreno en el que se construirán esas carreteras y autopistas, con los drones lo consiguen en una hora.

«Utilizamos los datos de los drones para ver la cantidad de piedra y arena que se mueve dentro y fuera», explica Gry C.S. Kjellsmoen, ingeniera jefa de la Statens vegvesen, el organismo público que se encarga del control de carreteras en Noruega . «También lo utilizamos para controlar los datos y comprobar que son correctos».

Para esta ingeniera, la fiabilidad, la rapidez de vuelo y el tiempo de procesamiento de los drones que utilizan permite elaborar mapas ortofotográficos regulares con los que precisar mejor los costes de construcción de esas vías.

Otra labor que facilitan los drones es la de la creación de mapas ortomosaicos gracias a las imágenes que captan, e incluso crear mapas en 3D que ayuden aún más en la precisión de la construcción de carreteras. Y no solo ahí, sino también en el mantenimiento de estas infraestructuras una vez construidas. La suavidad y destreza de los drones ayudan a captar e identificar fácilmente las zonas que requieren reparación. Y además de identificar esos daños y localizarlos, también pueden entregar pequeñas herramientas y equipos para su arreglo. De este modo, las condiciones de los pavimentos que sufren deterioro pueden ser supervisadas, controladas y reparadas continuamente.

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